¡El Empordà más rural!

© Consell Comarcal de l'Alt Empordà

En esta entrada os proponemos una ruta por el Empordà más rústico, recorriendo algunos pueblos de la Serra de l’Albera interior: Garriguella, Vilamaniscle, Rabós i Espolla. Es un recorrido lineal de unos 20 km. para realizar en coche o en bicicleta, si se dispone de una buena condición física.

L’Albera, Paraje Natural de Interés Nacional

La Serra de l’Albera corresponde al tramo más oriental del Pirineo, que termina en el mar. Disfruta de una biodiversidad importante, donde confluyen especies mediterráneas con otras pirenaicas. En la parte baja arbustos como la aulaga, la retama, el brezo, el tomillo o el romero. A medida que subimos encontramos bosques de alcornoques y en la parte alta incluso robles. Se trata de un paisaje típicamente mediterráneo, influenciado por el viento del norte, la tramontana, que le confiere al territorio y a sus gentes un carácter especial.

Los  Dólmenes, una tierra habitada desde ¡tiempos inmemoriales!

© Consell Comarclal de l’Alt Empordà.

 

En la zona de l’Albera encontramos la mayor concentración de monumentos megalíticos de Cataluña, dólmenes sobre todo. Se trata de sencillas construcciones funerarias del Neolítico, formados por losas de grandes dimensiones clavadas en vertical en el suelo y cubiertas también por losas de piedra. En los alrededores de los pueblos de la ruta podemos encontrar varios ejemplos.

DO Empordà. Vinos con carácter

La zona se encuentra rodeada de viñedos y  olivares, lo que ha contribuido a la economía de la zona desde la llegada de los griegos en el s. VI a.C. y especialmente en época romana, hasta la Edad Media, en que la vid representaba un recurso de primer orden para los monasterios. En el s. XVIII nos encontramos en la época de máximo esplendor, que terminará a finales del s. XIX con la llegada de la filoxera. A partir de los años 30, la Generalitat republicana, volvió a impulsar el cultivo y de paso dio un buen impulso al cooperativismo en la zona.

Actualmente, en la zona se produce una gran diversidad y calidad de vinos: blancos, rosados, tintos y espumosos. Mención especial merecen los vinos dulces, especialmente la Garnatxa de l’Empordà.

Garriguella, enoturismo y gastronomía

La Cooperativa  agrícola de Garriguella fue fundada en el año 1963 y la encontramos llegando al pueblo a mano derecha. Dispone además de espacio gastronómico y tienda con variedad de productos de la zona. Otras bodegas del pueblo son Gerisena, Mas Llunes o Bodegues Trobat. También merece ser mencionado Mas de la Torre, especializado en aceite de oliva. Asimismo el pueblo dispone de una amplia y variada oferta de restaurantes.

Para los amantes de la fauna, merece la pena visitar el Centre de Reproducció de Tortugues de l’Albera, una especie autóctona de la zona.

Sant Quirze de Colera, románico en el corazón de l’Albera

© Consell Comarcal de l’Alt Empordà.

Seguimos hacia Vilamaniscle, mientras disfrutamos del paisaje típico y cruzamos el pueblo en dirección de Sant Quirze de Colera, el monumento románico más importante de la zona. Se trata probablemente, de una  fundación privada del s. VIII, que aparece ya mencionada en el siglo IX, en documentos vinculados a la corte franca. La iglesia fue consagrada en el 935 con la ayuda del conde de Empúries y una nueva en el s. XII, durante un período de expansión. Invadido durante la contienda franco-aragonesa por las tropas de Felipe de Anjou en el año 1285, cayó más tarde en decadencia en el s. XV, para acabar siendo totalmente abandonado en 1592.

El conjunto se compone de una iglesia de tres naves con transepto, los restos del antiguo claustro, elementos de fortificación y el Palacio del abad.

La gestión de las visitas se organiza desde el Ayuntamiento de Rabós.

A escasos 50 metros se encuentra la iglesia de Santa Maria de Colera, del s. XII y actualmente también un restaurante, El Corral de St. Quirze.

Rabós, un pueblo curioso

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Continuamos hacia Rabós, pueblecito con encanto situado en una ladera pegada al río Orlina, cuyo significado etimológico hace referencia al oro que se extraía. Podemos aparcar en la parte baja del pueblo y subir a pie hasta la iglesia, documentada ya en los siglos IX-X como propiedad del Monasterio de St. Quirze. Dedicada a Sant Julià y a Santa Basilissa. Fortificada en la parte superior a finales del s. XIV, lo que le confiere una curiosa sobriedad vertical desde el exterior.

 Espolla, paso de civilizaciones

El pueblo de Espolla, es la última población que encontramos antes de llegar al Coll de Banyuls, paso natural y más directo entre el Rosselló francés y el Empordà. Puerta de la Península ibérica desde que Haníbal lo cruzara con elefantes durante la Segunda Guerra Púnica contra los romanos a finales del s. III a.C. y especialmente importante a partir del 1659, cuando mediante el Tratado de los Pirineos, se fijó la frontera entre Francia y España en los Pirineos. La zona ha sido testigo de momentos trascendentales en la Historia, desde el Exilio republicano, hasta el paso pocos años después de judíos que huyendo del nazismo, pretendían llegar a Portugal para embarcarse hacia los Estados Unidos.

Llegamos a Espolla y encontramos la Cooperativa de Espolla a pie de carretera. Fue la primera de la comarca, inaugurada en 1931 por el Sindicat Agrícola fundado en 1906. En el pueblo también se encuentra la bodega Setzevins, además de un par de restaurantes, uno de los cuales, situado en el edificio de la antigua mutualidad local llamada La Fraternal, fundada en 1869. El edificio es del 1917 y se utilizaba para organizar asambleas, bailes y teatro.

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